martes, 16 de agosto de 2016

La Ciencia Ciudadana: una novedosa forma de participación

Foto: Proyecto Lanius


Ciencia Ciudadana: una novedosa forma de participación 

Abstract 

Citizen participation has evolved along the history at the same time as his implication in scientific aspects. In the same way the globalisation and the increased use of internet has fostered the democratisation and popularisation of science.

In this context, citizen science has arisen like the new paradigm that brings closer scientific investigation to citizens. The citizens become amateur scientists, i.e., they undertake scientific work in collaboration with professional scientists. They learn to develop scientific methods and, in return, provide experimental data to researchers.

There are many public institutions and research centers in the world that are promoting some citizen sciences’ initiatives to make knowledge more accessible to everybody.

Keywords: Science, citizen science, citizen participation, research, knowledge.


Resumen

La participación ciudadana ha evolucionado a lo largo de la historia al mismo tiempo que su implicación en aspectos científicos. De la misma manera,  la globalización y el creciente uso de Internet han fomentado la democratización y popularización de la ciencia.

En este contexto, la ciencia ciudadana ha surgido como el nuevo paradigma que acerca la investigación científica a los ciudadanos. Los ciudadanos se convierten en científicos aficionados llevando a cabo tareas científicas en colaboración con científicos profesionales.  Aprenden a desarrollar la metodología científica y, a cambio, aportan datos experimentales a los investigadores.

Son muchas las instituciones públicas y centros de investigación en el mundo que están promoviendo iniciativas de ciencia ciudadana para hacer el conocimiento más accesible a todos.

Palabras clave: Ciencia, ciencia ciudadana, participación ciudadana, conocimientos.


Antecedentes en la participación ciudadana

La condición natural del ser humano es vivir en comunidad, como ser social que es, dentro de la cual ha adquirido unos derechos y deberes a lo largo del tiempo. Quizás uno de los derechos más significativos adquirido como ciudadano, es el de la participación ciudadana, recogido en la norma de mayor rango jurídico en nuestro país, la Constitución española de 1978. Según ésta, “Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes elegidos”. De hecho, la participación ciudadana se ha venido manifestando a través de movimientos sociales, formación de asociaciones y entidades sociales, etc.; agrupaciones orientadas hacia un nivel estratégico (por ejemplo, la Agenda 21 local) o sectorial (por ejemplo, medio ambiente, educación) (García Montes, 2013).

En el sector ambiental, ese derecho se concreta con la Ley 27/2006, de 18 de julio, por la que se regulan los derechos de acceso a la información, la participación del público en la toma de decisiones y el acceso a la justicia en materia de medio ambiente. En ella quedan reflejados algunos de los peldaños que componen el proceso participativo, según García Montes:

1º El derecho a ser informados.

2º El derecho a la consulta.

3º La toma de decisiones: aquí se estaría hablando de una participación real.

De la misma manera que con esta ley se ha querido acercar la gestión ambiental al ciudadano; la cultura digital ha incentivado el acercamiento del conocimiento a los mismos y la democratización de la ciencia. Las universidades están dejando de ser espacios reglados, feudos exclusivos del conocimiento y del aprendizaje (Perelló, 2014). Los laboratorios se abren, los científicos se quitan la bata y la ciudadanía se acerca a un mundo que hasta ahora contemplaba con perplejidad y desconocimiento; pues ahora, la necesidad demanda intercambiar datos y experiencia.


Orígenes del paradigma: pura curiosidad

Todo empezó con el amateurismo y la curiosidad, que fueron el principal motor de la ciencia hasta bien entrado el siglo XIX. Por entonces, la contribución desinteresada e inexperta de miles de personas posibilitó nuevos hallazgos, principalmente en la astronomía y la botánica. Durante el siglo XX, la ciencia se fue profesionalizando y tecnificando a una velocidad trepidante. Creció el número de disciplinas y especialidades para conseguir un conocimiento concreto y preciso (Perelló, 2014).

El nombre de ciencia ciudadana como tal, parece ser que se utilizó por primera vez en el Cornell’s Laboratory of Ornithology hacia los años ochenta. Surgió como reflejo del gran número de naturalistas que observaban y recogían datos de población de las más diversas especies, reforzado por un activismo conservacionista de la biodiversidad. Aunque el verdadero boom de la ciencia ciudadana ocurre bien entrado el siglo XXI. Es en la era de Internet, cuando más se multiplicó la participación ciudadana, pasando de los cientos o pocos miles de voluntarios en los proyectos naturalistas, a los cientos de miles de voluntarios de la era digital. De la misma manera, creció la necesidad de divulgar y transferir los resultados de una investigación, para el entendimiento del ciudadano no experto o simplemente aquel que está fuera de su ámbito disciplinar (Perelló, 2014).

En la actualidad, la ciencia ha salido de los despachos y laboratorios y desde los espacios reglados, como las universidades y los centros de investigación, se está dando un ferviente impulso en la llamada ciencia ciudadana, que aspira a estrechar la relación con y para la sociedad.


Definición del concepto

La ciencia ciudadana pretende ser un nuevo paradigma en el que la investigación científica se acerca a la ciudadanía. Los ciudadanos se convierten en beneficiarios y benefactores al mismo tiempo por participar en un proyecto de investigación compuesto por un equipo de científicos profesionales. Por un lado, la ciudadanía es receptora de la información, del conocimiento científico y aprende sobre la metodología científica a seguir para, por otro lado, aportar los datos científicos recogidos, al equipo investigador.

Los ciudadanos crean así, junto a los investigadores, una nueva cultura científica y adquieren una comprensión más profunda y atractiva del trabajo científico. Esto resulta en una mejora de las interacciones ciencia-sociedad-política que conduce a una investigación más democrática (CSIC).


Experiencias internacionales

  • Cornell Lab of Ornithology: Líder mundial en el estudio, reconocimiento y conservación de las aves. Fundada en 1915, es una organización sin fines de lucro apoyada por una comunidad de 400.000 participantes que se conectan online para aportar datos sobre las aves.
  • Zooniverse: Es uno de los proyectos de ciencia ciudadana más relevantes. Comenzó en julio de 2007 con un solo proyecto, Galaxy Zoo, un ejemplo de ciencia ciudadana online de astronomía que consiguió clasificar alrededor de un millón de galaxias. Hoy en día tiene operativos más de 40 proyectos de ciencia ciudadana.
  • Crowdcrafting: Es una plataforma web 100% software libre, para proyectos de ciencia ciudadana, abierta al trabajo y la colaboración de los voluntarios. Esta plataforma busca la contribución de los ciudadanos en proyectos científicos para poder solucionar problemas, analizar datos o completar otra serie de tareas. Los datos que manejan también están abiertos a quien desee utilizarlos.
  • ForestWatchers.net: Ciudadanos de todo el mundo pueden ayudar a analizar la deforestación de los bosques del mundo con solo un ordenador y una conexión a Internet.


Experiencias en España

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) es la mayor institución pública dedicada a la investigación en España y además ha sido agente dinamizador de las relaciones entre ciencia y sociedad, aumentando el número y alcance de las actividades de divulgación y participación ciudadana en ciencia. Además ha contribuido al ‘Libro verde de la ciencia ciudadana’, elaborado en el marco del proyecto europeo Socientize.

Entre sus proyectos e iniciativas, de “Ciencia y Sociedad”, encontramos:
La iniciativa Ciudad Ciencia, que se propone fomentar el diálogo entre científicos y ciudadanos de localidades de tamaño medio alejadas de los grandes centros de investigación. Dentro de sus actividades, los propios ciudadanos, con ayuda de investigadores del CSIC, construyen mapas sobre las plantas y los accidentes geológicos de sus localidades (CSIC).


La ciudad como espacio para la experimentación colectiva
En Barcelona se crea la primera Oficina de Ciencia Ciudadana del Estado regida por un ayuntamiento. A través de sus proyectos e iniciativas, se obtendrán los primeros resultados científicamente relevantes en áreas como la movilidad y la cooperación humana. Entre sus iniciativas se pueden encontrar:
  • Riu.net: a través de una aplicación de teléfono móvil, cualquier persona puede identificar la fauna invertebrada que viven en los ecosistemas fluviales, sirviéndose de dibujos y claves de identificación. Como resultado se podrá determinar el grado de alteración de un río utilizando el método científico simplificado. Al enviarse los resultados al servidor de esta aplicación, la ciudadanía aporta datos muy importantes para los científicos, gestores y la ciudadanía en general. 
  • SPace Mapper: por medio de una aplicación de teléfono móvil que posibilita la recogida de datos de movilidad a la vez que permite a los usuarios visualizar las trayectorias que han realizado. Estos datos servirán para elaborar un estudio de movilidad humana y desigualdad social. 


Canarias como espacio para la experimentación colectiva
  • Programa Poseidón: se ha puesto en marcha ante la complejidad y dimensión del medio marino de Canarias, con unos 350 observadores de especies. A través del avistamiento de especies marinas en el medio litoral y marino de las Islas Canarias, ofrecen datos de gran valor científico y para la conservación del medio marino del Archipiélago. Con éstos, se pretende crear una base de datos de biodiversidad marina desde la Fundación Parque Científico Tecnológico de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
  • Proyecto Lanius: proyecto de investigación participativa que se desarrolla en torno al Parque Nacional del Teide. Tiene como objetivo sensibilizar y hacer partícipe a la ciudadanía del conocimiento y conservación del parque nacional a través de la investigación de las interacciones ecológicas y evolutivas que se dan entre la comunidad de aves y el entorno.


Reflexiones sobre el nuevo paradigma

A la vista de los antecedentes de la ciencia ciudadana, podemos concluir que el notable incremento de activismo social que arranca en los años 60 y se intensifica (con altibajos) en las décadas subsiguientes, ha dado un gran impulso a las demandas de participación pública en temas de interés general relacionados con la innovación tecnológica o la intervención ambiental. Los gobiernos de los países occidentales no han sido ajenos a estas demandas, y más tímidamente o con más energía, han puesto en marcha una diversidad de mecanismos para facilitar la democratización de las políticas y actuaciones en materia de ciencia y tecnología (Rowe y Frewer, 2005).

Es evidente que la ciencia ciudadana se ha globalizado y ha llegado a un mayor número de personas gracias a la implementación de nuevos mecanismos que permiten que la participación de la ciudadanía sea más real ya que existe un alto grado de conexión y entusiasmo por compartir y difundir información. Y es que, vivimos inmersos en la «sociedad del conocimiento» (P.F. Drucker, 1959) caracterizada por la creación de una nueva tecnología intelectual como base de los procesos de decisión. De este modo, el creciente impulso del protagonismo social y el desarrollo de Internet y las telecomunicaciones, está produciendo una estrecha asociación del conocimiento, la ciencia y la ciudadanía; asociación que sigue evolucionando permanentemente.

Aun así queda un largo camino y muchos quehaceres.  En este sentido, y tal y como propone el CSIC: la ciencia debe salir al encuentro de los ciudadanos y buscar fórmulas innovadoras para establecer un diálogo con ellos. Habría que promover convocatorias de proyectos de investigación científica que incentiven mecanismos de participación ciudadana en la concepción de los mismos. Al mismo tiempo, debería conseguirse una financiación segura de este tipo de proyectos a largo plazo e intentar que los centros de investigación incluyan un capítulo fijo específico para estas actividades en sus presupuestos.

Es importante, por tanto, seguir motivando a la ciudadanía para que forme parte de estos procesos de conocimiento. Y mantener un diálogo continuo entre investigadores y ciudadanía ya que la historia nos ha enseñado que las estrategias clásicas unidireccionales de comunicación de la ciencia hacia la sociedad ya no funcionan. (Perelló, J.).


Autoras: Raquel Melián y Carolina Asensio
Traductora: Raquel Melián


REFERENCIAS












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