martes, 25 de octubre de 2016

El anillamiento científico en el Proyecto Lanius

El equipo al completo con el primer cernícalo anillado durante el trabajo de campo del Proyecto Lanius.


¿Qué es el anillamiento?

El anillamiento científico es un método para estudiar distintos aspectos de la biología de las poblaciones de aves silvestres. El mismo consiste en individualizar las aves de manera univoca mediante la colocación de una anilla metálica en su pata. Estas anillas llevan un número que nunca se repite en otro ejemplar y una dirección o remite de contacto. Los datos de las aves anilladas se almacenan en centrales de anillamiento y de este modo, si un ejemplar anillado es recapturado, se sabe de qué ave se trata, cuándo y dónde se anilló por primera vez y las posibles recapturas anteriores.

Además de las anillas metálicas oficiales, en algunas especies o para ciertos estudios, se colocan además otros marcajes. Los más habituales son las anillas de lectura a distancia (PVC alfanumérico o anillas de colores), pero también se colocan otras como collares, bandas alares, marcas nasales…
Los registros de un ave marcada se pueden obtener de tres maneras: 

Recaptura y posterior liberación.
Identificación de sus marcas individuales a distancia.
Recuperación final como ave muerta.

Esta herramienta fundamental permite a los científicos obtener diversa información sobre las diferentes especies. Mediante este método se obtiene información sobre distintos aspectos. Los más habituales son los referidos a los movimientos y migraciones (fenología, rutas migratorias, áreas de cría e invernada, zonas de descanso migratorio…) pero también sirven para analizar tasas de mortalidad, supervivencia, tasas de renovación de la población… de las aves anilladas y de las poblaciones a las que pertenecen, entre otros aspectos. También se obtiene valiosa información relativa a morfología, biometría y muda.

Gracias a esta actividad se pueden desarrollar estudios a largo plazo sobre amplias áreas geográficas, se obtiene información muy valiosa a la hora de planificar y diseñar políticas de conservación, de gestión de espacios y especies…

El anillamiento científico es una herramienta crucial para conocer la dispersión, de gran importancia por su incidencia en las fluctuaciones poblacionales a nivel local, por su efecto en la deriva genética y para la identificación de poblaciones viables. Nos permite conocer el nivel de tolerancia a la fragmentación del hábitat y discernir entre poblaciones muy productivas que sirvan como fuente y otras que actúen como sumidero.

Los datos de recuperaciones de especies cinegéticas marcadas resultan de gran importancia para la gestión de estas poblaciones. La información suministrada mediante su marcaje es clave para la regulación de su caza, pues permite establecer si la caza es una causa añadida o compensatoria de la mortalidad natural.

El anillamiento se gestiona a través de las Oficinas de Anillamiento que son las encargadas de proporcionar las anillas con su remite y gestionar las bases de datos que se obtienen a partir del anillamiento. En Europa, el anillamiento y sus oficinas son coordinados a través de la central EURING.

Dado que la actividad de anillamiento supone la manipulación de aves en vivo y la toma de datos con valor científico, el desarrollo de esta actividad está limitado a personas formadas, cuyo conocimiento y aptitudes permiten el cumplimiento de los dos aspectos más relevantes a la hora de anillar: la integridad de las aves que son capturadas para su anillamiento y la precisión en la toma de datos. Sin embargo, la mayor parte de este trabajo está desarrollado por no profesionales muy bien preparados cuya motivación es el privilegio de trabajar con aves vivas y cuya finalidad última es su conservación.



Los primeros programas de anillamiento organizado se iniciaron en 1909 por parte de Arthur Landsborough Thomson en Aberdeen, Escocia y Harry Witherby en Inglaterra, aunque se habían realizado pruebas de anillamiento de carácter individual con anterioridad en Dinamarca y Alemania.


Las aves capturadas se colocan en bolsas de tela para que se estresen lo menos posible.


Un ejemplar de bisbita caminero anillado este pasado fin de semana.


El bisbita caminero es un ave que tiene una distribución muy amplia y, salvo en los ambientes forestales densos, resulta muy común y fácil de observar en todos los hábitats, desde el nivel del mar hasta más de 3.000 metros de altitud. Además, se trata del único bisbita que nidifica en Canarias.


En España comienza a anillarse en 1930, pero no es hasta 1952 cuando se ponen en marcha campañas importantes de anillamiento (utilizando anillas con remite Aranzadi); en 1957 se crea el Centro de Migración de Aves (CMA) dentro de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) y desde ese momento se encarga de coordinar el anillamiento en España.


Actualmente hay más de 900 anilladores en España y se anillan alrededor de 300.000 aves al año. Se estima que en el mundo se han anillado hasta el momento 200 millones de aves, aumentando este número del orden de 8 millones cada año.


Tras el éxito de las primeras campañas de anillamiento masivo, desarrolladas a principios del siglo XX para estudiar los movimientos de las aves, el número de anilladores ha ido aumentando hasta constituir un colectivo que, sólo en Europa, cuenta actualmente con más de 10.000 personas.


Cada año, se anillan unos cuatro millones de aves, de las que se recuperan unas cien mil. Esta enorme cantidad de datos, derivados del trabajo de tanta gente, ha hecho posible que hoy en día las rutas migratorias de la mayoría de las especies resulten bien conocidas.


El anillamiento no consiste simplemente en liberar aves anilladas a la espera de que se recuperen. La captura rutinaria de las aves permite obtener información detallada sobre su biometría, su estado de salud, la estructura de sus poblaciones y otros muchos aspectos que, de otro modo, serían difícilmente abordables.


La exigencia intelectual que les supone a los anilladores la continua puesta al día de las técnicas de datado, sexado, y estudio en general de las aves en mano, así como su afán por aprender cada vez más sobre lo que más les gusta, juega un papel muy importante en la formación de potenciales investigadores.


La información suministrada por el anillamiento puede dividirse en dos bloques principales: los datos derivados de la manipulación de las aves y los datos de anillamiento en sí mismos.


El anillamiento científico basa sus resultados en la información obtenida por dos vías: una durante el anillamiento (biometría, estado del ave, parasitación, etc.), y la segunda vía de incorporación de información se obtiene al volver a recapturar al ave anillada (distancia entre ambos puntos, tiempo, condición del ave, forma de captura, etc.). Con ambas informaciones se ha ido creando el banco de datos de anillamiento, que en la actualidad se constituye como la más completa información sobre fauna silvestre que hay en nuestro país.


Para mantener un alto nivel calidad en los datos que se incorporan, es necesario un estricto control de todos los aspectos que están implicados en el anillamiento, por tanto las recuperaciones con datos dudosos o imprecisos deben ser desestimadas, un error cometido en cualquiera de las fases del proceso implica la posibilidad de que se obtengan conclusiones erróneas sobre la biología de las especies estudiadas.


Por esta razón, no sirve de nada anillar muchos individuos y de muchas especies si luego los datos son incompletos, erróneos o sencillamente se quedan en las libretas de campo de los anilladores. Con el fin de reducir al mínimo esta posibilidad, es necesario exigir el máximo rigor en cada una de las etapas del proceso y aquí es donde entra en juego la burocracia derivada del anillamiento.


Para asegurar la calidad de los datos y la puntualidad en la remisión de los impresos, es necesario no sólo que los anilladores tengan un alto nivel de preparación antes de contar con el carné de anillador, sino que también es imprescindible un control continuado sobre su actividad (anillas entregadas, impresos remitidos...).


El anillamiento es una pieza clave en el mantenimiento de la producción científica en Ornitología, necesaria a su vez para el diseño de estrategias adecuadas de gestión de especies y espacios naturales.


El marcaje y recaptura de individuos es el único método para estimar las tasas de supervivencia, emigración e inmigración en una población, de forma que resulta esencial en estudios demográficos.


El anillador/a de hoy en día, puede considerarse como una persona altamente cualificada, capaz de obtener datos relevantes de forma sistemática y eficaz. En esta foto nuestra bióloga anilladora Barbara, nos muestra como anilla a un cernícalo vulgar.


Los mismos anilladores son responsables de la publicación de gran parte de esta información, por ejemplo en lo que se refiere a estudios de biometría, muda, condición física, reproducción...


Nuestro coordinador científico, David Padilla, es uno de los pocos anilladores científicos autorizados en la Comunidad Canaria.


Nuestro equipo de anilladores científicos dentro del proyecto Lanius, Barbara y David. Excelentes profesionales de los que aprendemos muchísimo.

Después de anillar el ave, se suelta y queda de nuevo en libertad.

Fotos y vídeos: Proyecto Lanius

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