Ver nota de prensa: http://eldia.es/norte/2017-03-19/1-investigacion-participativa.htm
martes, 21 de marzo de 2017
Una investigación participativa
Etiquetas:
Investigación,
Participación ciudadana
miércoles, 8 de marzo de 2017
Concluye el trabajo de campo en el Proyecto Lanius
CONCLUYE EL TRABAJO DE CAMPO EN EL PROYECTO LANIUS
INVESTIGACIÓN PARTICIPATIVA - CITIZEN SCIENCE
Con los resultado científicos y sociales de este proyecto denominado “ESTUDIO DE LOS PARÁSITOS SANGUÍNEOS EN LA AVIFAUNA DEL PARQUE NACIONAL DEL TEIDE” se iniciará una campaña de comunicación y editarán dos publicaciones en un futuro próximo, una técnica y otra divulgativa.
PROMOTOR – COORINADOR GENERAL – INVESTIGADOR
Nicolás Martín
COORDINADOR CIENTÍFICO – INVESTIGADOR PRINCIPAL
David P. Padilla
INVESTIGADORES/AS ASOCIADOS/AS
Rubén González Jañez
Bárbara Reguera alonso
Juan Calor Illera Cobo
ENTIDADES PROMOTORAS
Cabildo de Tenerife - Parque Nacional del Teide
Excmo. Ayuntamiento de La Orotava - Centro de Educación Ambiental Municipal (CEAM)
ENTIDADES COLABORADORAS
Universidad de Oviedo
IPNA-CSIC
SEO/BirdLife
Fundación Telesforo Bravo
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Investigación,
Participación ciudadana
viernes, 3 de marzo de 2017
Termina una experiencia de aprendizaje compartido: Proyecto Lanius
Fotos: Proyecto Lanius
“Aquellos maravillosos fines de semana…”
Les ofrecemos un relato hiperbreve realizado por los participantes en el equinoccio del primer periodo de trabajo en julio 2016, donde utilizando algunas palabras claves como: elefante, sombras, perplejo/a, cómodo/a, guiso, miedo, piedra, cuerda y cantos construyen una pequeña historia enmarcada en una de las actividades realizadas dentro del proceso de evaluación continua que pretendió recoger información acerca de la aceptación y dinamización de las acciones propuestas y la satisfacción de los destinatarios.
HIPERBREVE
Estaba muy cómoda en casa cuando me enteré de que había sido seleccionado/a para el Proyecto Lanius. ¡Me quedé perpleja! ¡Qué suerte tener una oportunidad así!
Al llegar a la primera reunión conocí a mis futuros/as compañeros/as y me di cuenta de que todos/as anhelábamos formar parte de algo grande; y nos propusieron algo enorme, tanto como el Teide o más. Punto de encuentro: Viernes ocho de abril, 17:00 horas, Parque Cultural Doña Chana, La Orotava. Ahí estaba Marcelo con la guagua, esperándonos, guagua que cargamos con nuestras mochilas de nervios y miedo, pero también de ilusiones y bizcochones. Tras un viaje de mareo y bruma por Aguamansa llegamos a nuestro destino (altura aproximada 2000 m.s.n.m.), donde nos esperaba nuestro anfitrión principal: El Parque Nacional del Teide.
Allí nos encontrábamos diez desconocidos, compartiendo deberes y placeres. Y uno de los mayores placeres, la comida. ¡Entonces nos dimos cuenta que para alimentar a esta gente hacía falta un elefante! El primer día de campo tocó censo y disponibilidad de alimentos, ¿seré capaz de hacerlo? Antes pensaba que no y ahora sé que sí soy capaz. Al principio sólo veía piedras y sombras en Las Cañadas del Teide, pero poco a poco el miedo desaparecía e iba reconociendo el canto de nuestro pequeño amigo el “guerrerillo” (pan chichi pan chichi pan).
Unos a otros nos íbamos echando una cuerda en lo que hiciera falta, para tirar hacia adelante cual bien nutrido elefante, ¡vaya equipazo! En definitiva, estamos aprendiendo mucho en este recorrido y una cosa tenemos clara, ¡aquí, el que no se busca el guiso, está perdido, compadre!
Concluimos así, con este breve relato un intenso periodo de trabajo, donde pretendemos en unos meses presentar los resultados científicos y sociales de este apasionante proyecto. Agradecer a todas las personas que nos han seguido a través de las redes sociales su constante apoyo y afecto.
jueves, 2 de marzo de 2017
Sensaciones 02/03/2017
Cuando nos embarcamos en esta aventura, sabíamos que tendría un final, pero aun así nos sorprendió que el último día llegara.
Este fin de semana ha sido agridulce, ya que era consciente del paso de las horas que anunciaban la llegada del domingo y la final despedida. Es cierto que me sentía triste, pues tenía muy presente que ya no volveríamos a estar todos juntos de esa manera, que no volvería a levantarme temprano los sábados rumbo al Teide con el ya conocido hormigueo en la barriga por el alucinante fin de semana que se me presentaba delante, que ya no nos levantaríamos por la mañana con Yure diciendo “buenos días, buenos días”, que no volveríamos a reunirnos todos en esa casa alrededor de la chimenea buscando desesperadamente calor, o salir por la noche y ver ese cielo imponente oscuro, que todo lo abarca, con millones de estrellas mirándote desde arriba, y el monumental volcán Teide, haciéndote sentir pequeña y frágil, pero a la vez orgullosa y afortunada por poder disfrutar de esta experiencia.
Este fin de semana, sin embargo, me propuse pasarlo bien y que, al menos para mí, fuera inolvidable, así que en mi maleta no faltó una radio con música carnavalera y la carne mechada para las arepitas que nos íbamos a mandar el sábado. Llegué a las siete, como de costumbre, y poco después nos pusimos en marcha camino a Juan Évora. Tuvimos que repartirnos entre la “furgo” de David y mi coche, pero aún faltaba Carmen por llegar. Por el camino, vimos su coche, pero iba en dirección contraria, así que Bárbara, muy acertadamente, empezó a decir “¡Tócale la pita! ¿Por qué no le tocan la pita?” al rato, conseguí descifrar lo que esas extrañas palabras significaban… así que le vine a tocar la pita cuando Carmen ya estaba demasiado lejos. Tocaba pues dar la vuelta en busca de nuestra compañera, quien iba con la música a todo meter, disfrutando del paisaje, pero con ritmo. Una vez estuvimos todas juntas, nos fuimos de nuevo, con el objetivo de realizar los censos y el conteo de disponibilidad de alimento. Acabado esto, subimos hasta el bebedero de Montaña del Cedro. El camino para arriba es lo que aquí llamamos “una buena pechada”, así que a todos nos resultó gracioso que Inma (quien había subido antes que nosotros para montar las redes y todo lo necesario para el anillamiento) lo tuviera que hacer para subir y que una vez arriba se dieran cuenta de que habían olvidado en el coche la carpeta donde se toman los datos de las aves y las anillas. Así que tuvo que bajar de nuevo a cogerla y subir de nuevo la cuesta hasta arriba, y todo para coger un triste pájaro que, además, ya estaba anillado.
El sábado volvimos tempranito a la casa, y mientras David, Rubén y Nico (equipo de coordinación) iban a montar las redes, las chicas y yo aprovechamos para relajarnos en el porche, cervecita en mano, empapándonos de todo el buen rollo que nos transmitíamos y agradeciendo esa sensación cálida que te ofrece la amistad. Es increíble a dónde hemos llegado, lo bien que hemos encajado, y aprovecho este momento para desmitificar la creencia de que entre mujeres es cuando surgen las tensiones y los malos rollos. Jamás hemos tenido una sola discusión, si ha sido necesario decirnos algo todo se ha llevado a cabo desde el respeto y el afecto, preocupándonos por quien no tenía el mejor de sus días, pero sin atosigar, siendo prudentes y discretas. Empecé el proyecto con un montón de desconocidos en una casa en el Teide, y acabé con muy buenos amigos, en un sitio que durante medio año fue nuestro hogar los fines de semana.
Esa noche fue una locura desde el principio. Éramos diez personas para cenar, pero se ve que sobrestimamos el hambre que tendríamos, así que preparamos: más de 40 arepas, un kilo y medio de carne mechada, dos kilos de pollo desmenuzado, un montón de salpicón, guacamole… No hace falta decir que sobró un montón de comida, pero eso nunca ha sido un problema porque en la Isla Baja, la perrita de David espera con ansia los domingos para dar buena cuenta de lo que arriba no nos comemos, aquí no se tira nada. Después de cenar, a mí me poseyó el espíritu del Carnaval, así que animé a mis compañeros a bailar y a pasárnoslo bien. Yure me siguió el rollo, y luego Sonia y el Negro, pero llegó un momento en el que me vi bailando sola como las locas, y capté la sutil indirecta.
Y el domingo llegó. Desayunamos y nos fuimos al bebedero de El Portillo, donde montamos las redes. Aprovechamos los ratitos entre revisión y revisión, para aprender otras formas de montarlas, y para hablar de cosas en general, creo que como una forma de ahuyentar esa nube de melancolía que a todos nos cubría por saber que esto se acababa. Finalmente nos despedimos, pero con la certeza de que dentro de un mes nos volveremos a ver, así que no fue un hasta nunca, sino más bien un hasta luego, mucho menos doloroso de lo que me esperaba.
Y nada, como ya dije antes, sólo tengo palabras bonitas para todos y a todos los llevo en el corazón, que aunque suene cursi es así. Por tanto, agradecimientos a Inma por su forma de ser, porque al hablar con ella parece que todo va a ir bien; a Yure, por ser puro sentimiento, fuerte y vulnerable al mismo tiempo, y un diez como persona; a Carmen, a quien conocía de la facultad, pero no había tenido la oportunidad de descubrir lo buena que es como persona; a Sonia, una máquina pajarera, sencilla y natural, pero divertida y despierta al mismo tiempo; a Enrique, otro todoterreno del mundo de la ornitología, con quien hay tiempo para el vacilón, y tiempo para empaparte de todo lo que sabe sobre cultura de Canarias y aves; a Yasira, porque qué habría sido de nosotros sin ella y su arte para hacer el fueguito que nos calentaba los huesos y nos reconfortaba antes de dormir; y, por último y no menos importante, a Bárbara, el pelazo del segundo grupo de Lanius, un encanto y una maravillosa persona. Por otro lado, agradezco también a David y a Rubén (equipo de coordinación científica) su forma de acogernos, como si nos conociéramos de toda la vida, no marcando el límite maestro-alumno sino haciendo que todo fluya de manera natural y creando una relación sana y especial que, al fin y al cabo, son las que perduran en el tiempo y las que te sacan una sonrisa cuando las recuerdas. Por último, agradecer a Nico (coordinador general del proyecto) que sacara adelante este proyecto, el cual me ha permitido crear recuerdos imborrables y disfrutar de una experiencia única en el Parque Nacional del Teide.
Autora: Melania Fructuoso
Fotos: Sonia Ramos
viernes, 24 de febrero de 2017
Anillamiento científico en el Proyecto Lanius
Vídeo: Proyecto Lanius
El anillamiento científico es un método para estudiar distintos aspectos de la biología de las poblaciones de aves silvestres. El mismo consiste en individualizar las aves de manera univoca mediante la colocación de una anilla metálica en su pata. Estas anillas llevan un número que nunca se repite en otro ejemplar y una dirección o remite de contacto. Los datos de las aves anilladas se almacenan en centrales de anillamiento y de este modo, si un ejemplar anillado es recapturado, se sabe de qué ave se trata, cuándo y dónde se anilló por primera vez y las posibles recapturas anteriores.
Más información: https://goo.gl/9RWkDh
miércoles, 22 de febrero de 2017
Sensaciones 22/02/2017
Algunas veces siento aprensión, impotencia, precaución, superación, cordialidad, alegría, amistad… Estas son solo algunas de las múltiples sensaciones que me está aportado el proyecto Lanius. ¡Quién lo diría!, una persona como yo ha sido elegida entre la cantidad de solicitudes presentadas para participar en esta experiencia. Gracias a ello he aprendido algo importante, que si se intenta y se desea, se puede.
Mis preguntas: ¿cómo encajaría una ingeniera agrícola en un equipo conformado por diversos perfiles, entre ellos biólogos y ambientólogos, para realizar un estudio sobre aves en el Parque Nacional del Teide? ¿Qué podría aportar?
Voy a relatar la amalgama de sensaciones y experiencias que esta propuesta de aprendizaje compartido me está suponiendo.
Durante el periodo de formación inicial, nos enseñaron la importancia del cuaderno de campo como herramienta de trabajo, qué grupos de aves nidifican en Canarias y más concretamente en el Parque Nacional del Teide. Nos orientaron, con una somera aproximación, sobre el anillamiento científico y la metodología para realizar censos de aves. Toda esa formación no hizo sino aumentar mi curiosidad, interés y motivación. Más tarde, sin querer y de repente, llegó el momento de mi aventura.
Desde que comenzaron las jornadas de campo, cada jueves, con mucha ilusión preparo la maleta para subir el viernes al parque. Intento no olvidar nada, algo siempre se me queda atrás, pero no lo más importante, mi cabeza.
Una vez arriba, para mí supone una gran alegría levantarme por la mañana y despertar a todo el mundo con mi estilo personal: ¡buenos días, buenos días, buenos días…! hasta que están todos despiertos y en pie. Hay algo a lo que nunca renunciaré, mi ducha de agua fría mañanera.
Para mí significa relax y descanso mental, el privilegio de poder evadirme del estrés diario de la ciudad, de nuestras familias y amigos por unos días… ¡Qué gran regalo! Aunque sea solo el fin de semana, y suframos muchas veces el esfuerzo físico que requiere vivir en las alturas. Mi mente logra evadirse y centro mis pensamientos en los bellos paisajes que observamos, como un hermosísimo amanecer…
Cada día que estamos trabajando en el campo implica superación personal. Tengo vértigo, y a veces, realizar alguna actividad como el censo de disponibilidad de alimento me supone todo un reto, por la dificultad que entrañan algunas áreas de muestreo. Pero gracias al apoyo de todos y todas, logro conseguirlo.
En ocasiones, padecemos incertidumbre y locura, especialmente cuando realizamos los censos de aves y oímos muchísimas especies a la vez y a diferentes distancias… Necesitamos mucha concentración para que el error sea el menor posible. El ajetreo en la mesa de anillamiento, apuntando los datos cuando hay muchas capturas, es laborioso y casi no damos abasto.
Me confieso, nunca había tenido un pájaro en mis manos y mucho menos lo había manipulado para deducir su edad a través del plumaje. Hace semanas sentía impotencia, porque mis compañeros/as podían hacerlo y yo aún no lo había conseguido. He temblado muchas veces solo de pensar que manipular un animal tan pequeño podría causarle daño... Pero este fin de semana, el penúltimo de trabajo de campo, me he armado de valor y lo he logrado con un pájaro canario. Sinceramente, por fin he conseguido superar un gran reto.
El pasado fin de semana, la niña pequeña que llevo dentro se emocionó al ver por primera vez los muflones en Siete Cañadas. Cuando volví a verlos más de cerca, fue simplemente una sensación indescriptible.
Me gustaría recrear algunos maravillosos momentos, como estar pastoreando una pareja de bisbitas y darme cuenta de que ignoran los cepos malla porque me olvide de colocar el gusano, o estar a la espera de que un cernícalo se acerque a nuestra trampa y pueda ser capturado…
Quiero destacar, la admiración que siento por la gran labor que ha realizado el equipo de coordinadores e investigadores, con una enorme capacidad de trabajo y buenas dosis de paciencia jornada tras jornada.
Este fin de semana he quedado impactada con nuestro invitado especial, que es además un gran cocinero, Manuel Lobón. Como dice el refrán: “cada maestrillo tiene su librillo”, y es que tanto en la cocina como anillando él es un gran maestro. Para él también han sido unos días especiales, por fin ha tenido la oportunidad de anillar su primer pinzón azul.
También quiero mencionar el gran respeto que siento hacia las aves, porque todas las jornadas nos enseñan algo nuevo. Sobre todo, que no estamos exentos de alcanzar alguna muestra de afectividad por su parte: un picotazo.
No puedo finalizar sin señalar el aprecio que siento hacia mis compañeras/os, porque hemos conseguido atesorar excepcionales momentos. Somos una gran y bien avenida familia. La experiencia durante el proyecto no solo ha sido un momento puntual en nuestras vidas, se ha forjado una fructífera amistad que no se quedará simplemente ahí, presiento que perdurará.
Como suelo comentar algunas veces, no importa si me dan o no una credencial por participar en el proyecto, porque cada fin de semana consigo mi propio reconocimiento y superación personal.
Autora: Yurena Elizabeth Mederos
Fotos: Sonia Ramos
lunes, 20 de febrero de 2017
La próxima semana concluirá el trabajo de campo
LA PRÓXIMA SEMANA CONCLUIRÁ EL TRABAJO DE CAMPO DEL PROYECTO LANIUS
Intensas y muy productivas jornadas de trabajo en el Parque Nacional del Teide este pasado fin de semana. La próxima concluiremos el trabajo de campo, cumpliendo los objetivos marcados dentro del proyecto con un notable éxito. Ahora llega el momento de analizar todos los datos obtenidos y sacar conclusiones.
Los coordinadores Nicolás Martín y David Padilla y el resto del equipo, no pueden hacer otra cosa que mostrar admiración y un gran respeto por los ciudadanos/as que han desarrollado un excelente trabajo durante el transcurso de esta propuesta de investigación participativa. Solo nos queda felicitarles y agradecerles la fidelidad, trabajo, respeto, y grata convivencia que propician un ambiente de trabajo ameno, divertido y muy afable.
El proyecto continuará en los meses de marzo, abril y mayo de 2017 donde emprenderemos un proceso de comunicación sobre los resultados del proyecto a nivel científico y social. Como no podía ser de otra manera, los participantes en esta propuesta de aprendizaje compartido, seguirán siendo los PROTAGONISTAS.
Les dejamos con un amplio resumen de lo acontecido (donde no solo observamos aves) y esperamos que disfruten tanto como nosotros de unos fantásticos días de convivencia y aprendizaje compartido.
Fotos y vídeos: Proyecto Lanius