Foto: Samuel García
Durante el siglo XVIII, marinos y naturalistas realizaron estudios en el pico del Teide. Llegaron atraídos por la naturaleza, el clima y el interés en determinar las coordenadas geográficas y la altitud del pico del Teide para los usos de navegación marítima. Sin embargo, la curiosidad no bastaba para organizar una costosa expedición que desvelara su altura. Por motivos políticos y cartográficos, Francia, en el siglo XVIII, organizó varias expediciones científicas a Canarias que culminaron con la determinación de la altura del Teide y la confección del primer mapa preciso de Canarias.
Todo se gestó en la Real Academia de Ciencias de París, donde se estaba desarrollando un amplio programa científico. Uno de los fundadores, Jean Picard, matemático y astrónomo que utilizó el telescopio para lograr medidas exactas de los pequeños ángulos, utilizó la triangulación para cartografiar Francia en 1678, ya que un objetivo fundamental que se había marcado la Academia era conseguir un mapa del país mucho más fiable de los existentes hasta entonces. Fue la primera cartografía del mundo.
La triangulación se utiliza para medir indirectamente la distancia a los objetos lejanos. Se lleva a cabo tomando las orientaciones de un objeto a partir de dos puntos remotos. La altura de un objeto se puede obtener mediante la medición del ángulo entre la horizontal y la línea que une un punto a una distancia conocida y a la parte superior del objeto. Para determinar la altura de una montaña, se debe tomar como referencia el nivel del mar, pero aquí las distancias pueden ser demasiado grandes y puede que no se vea la montaña. Así pues, en primer lugar se debe determinar la posición de un punto; entonces vamos hasta ese punto y realizamos una medición relativa, y así sucesivamente hasta que se alcance la cima de montaña.
Las mediciones a vela se realizaban desde un barco con un sextante, que es un instrumento que permite medir los ángulos entre dos puntos. Con dicho instrumento se tomaba desde el barco el ángulo con el que se veía la montaña y su dirección, y a partir de ese momento se contaba el tiempo que transcurría hasta hacer una nueva medición del ángulo de la montaña. Este tiempo, junto con la velocidad del barco, permitía obtener la distancia recorrida entre las dos mediciones. La cual, añadida luego a los ángulos, permitía triangular la montaña. El método era muy impreciso porque la velocidad del barco era inestable y, además, porque era difícil tomar buenos ángulos desde un barco en movimiento.
Las mediciones barométricas eran muy sencillas de realizar. Ya hacía más de un siglo que era sabido que, a medida que se sube una montaña, disminuye la presión atmosférica y, por lo tanto, baja la columna de mercurio. Sin embargo, este sencillo método también era impreciso, pues la presión atmosférica, además, depende de la temperatura, la humedad del aire y de la latitud del lugar. Para medir con exactitud la elevada cima realizaron cálculos trigonométricos según los ángulos de las visuales trazadas desde el mar hacia el pico que, más tarde, ascendiendo a la cumbre del Teide, verificaban con un barómetro, que es un instrumento que sirve para medir la presión atmosférica. La diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares. Usaron el barómetro para medir la presión atmosférica al nivel del mar y en lo alto del pico del Teide. La altura es igual a la diferencia de presiones dividida por la densidad del aire y la gravedad.
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