Amanecimos a 2000 m.s.n.m. y el equipo se puso en marcha. Desayuné con la ilusión de que quizás el día nos reservaría alguna sorpresa. La noche anterior quedó todo preparado… pero las ganas de empezar eran tantas que revisé la mochila una y otra vez: los prismáticos, la cámara, la guía de aves, el lápiz, la goma…
Aún no había salido el sol y ya los escuchaba, estaban ahí, entre las retamas y los rosalillos de cumbre de aquí para allá con sus cantos que retumbaban frente a la casa… Canarios, mosquiteros, bisbitas y alcaudones me harían seguro la mañana del sábado amena y divertida. Censamos quiénes y cuántos son los habitantes alados del Parque Nacional del Teide, entre un tenue sereno acabamos la primera parte de la jornada. ¡Buen trabajo del equipo Lanius! Luego tocó almorzar con unas risas donde compartimos impresiones, nos repartimos las tareas y preparamos todo de nuevo porque debíamos volver al trabajo. Habría que colocar las redes para capturar a esos seres que tanto me preocupan y me hacen pensar si estarán ahí siempre, con su banda sonora permanente haciendo las delicias del visitante.
Las tardes son cortas, se nos hizo de noche y no dio tiempo para mucho más, acabé rendido.
Vasos, tenedores, cucharas y platos… la mesa estaba puesta y el rancho se enfriaba. Como se agradece en las gélidas noches de la alta montaña tinerfeña un plato caliente de comida. Aproveché este rato para hablar con los demás, compartir y aprender... porque lo que no va a faltar, es eso, cosas que aprender.
Domingo, 6 de la mañana… ¡vamos, vamos, arriba!
La maquinaria investigadora se puso en marcha y volvieron las prisas porque había que colocar redes, capturar, medir y coger muestras que eran las tareas que me esperaban… qué nervios. Los objetivos marcados la noche del sábado no fueron pocos, lo íbamos a intentar con cernícalos y alcaudones entre otras aves.
Prismáticos al cuello que el camino se adivina largo y con frío intenso. Pero para eso estaba ahí, decidido a colaborar en la conservación de las aves y sus hábitat, y poner mi grano de arena en el proyecto, en una experiencia que no ha dejado de sorprenderme.
¡Objetivo cumplido!. Cernícalo y alcaudón de cerca, con medidas, con muestras y en breve, libres para seguir volando y reclamando en la inmensidad del parque.
Fotos: Proyecto Lanius
La mañana se hizo corta y regresamos caminando al pabellón de visitantes, donde teníamos el resto de nuestro equipaje. Nos marchamos con la pena de no poder quedarnos contigo, naturaleza. Me vuelvo al bullicio, al trabajo, a las cosas del día a día, pero me vuelvo con una mochila llena de experiencias, de aprendizaje, de momentos inolvidables, cargada de sudor, de aportaciones y maravillosas/os amigas/os. Una mochila cargada de sensaciones que no voy a deshacer porque volveré.
¡QUE SUERTE!
Autor: Enrique Sacramento Díaz
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